Sobre Clarence en pocas palabras:

‘Clarence’ es una serie de televisión animada que gira en torno a la vida de un chico enérgico y optimista llamado Clarence Wendle. Ambientada en el pueblo ficticio de Aberdale, el programa explora las aventuras cotidianas y los desafíos que Clarence, junto con sus amigos Sumo y Jeff, enfrenta. Con sus narrativas conmovedoras y sus matices humorísticos, ‘Clarence’ es un testimonio de las simples alegrías de la infancia, la amistad y el poder de la imaginación.

Conoce a los personajes de Clarence

Clarence Wendle

Clarence es ese huracán de optimismo que entra en una habitación y te arrastra con él; siempre está soñando despierto y convencido de que todo puede ser una aventura (sí, incluso limpiar la mesa). Es ridículamente amable, a veces ingenuo hasta el punto de hacerte reír y a veces pensar “¿en serio?”, pero de verdad tiene un corazón gigante y una valentía que aparece cuando menos te lo esperas. Le encanta hacer amigos, colecciona cosas raras (pegatinas, piedras, obleas de galleta, quién sabe) y a veces olvida dónde dejó las llaves tres veces por episodio, lo juro. Ah, y curiosamente puede volverse súper serio en segundos cuando algo realmente importa, como si alguien apretara un botón secreto.

Jeff Randell

Jeff es el chico nervioso y adorable que vive con la regla “planifica, respira, actúa” —y aun así se mete en líos constantes porque Clarence lo arrastra, obvio. Es meticuloso, le aterra el caos (excepto cuando se deja llevar por un concierto de air-drums a medianoche), y es sorprendentemente leal, el tipo que se preocupa hasta por el último detalle. Habla rápido cuando está ansioso, pero también tiene momentos de ingenio seco que te pillan desprevenido; además, guarda una lista de tareas interminable en su cabeza que cambia cada cinco minutos. A veces parece cobarde y otras veces es el primero en intentar arreglar las cosas, así que nadie entiende del todo cómo funciona—ni él mismo, probablemente.

Ryan “Sumo” Sumouski

Sumo es el chico callado con tatuajes imaginarios (bueno, en broma) y una actitud de “no me importa” que en realidad importa mucho, o sea, drama. Es sarcástico, observador, dibuja cosas raras en los márgenes de sus cuadernos y tiene una sensibilidad artística que choca con su cara de póker; también ama los patinetes y las galletas de chocolate con sal, sí, esa combinación. Dice que odia las emociones intensas pero siempre termina cuidando del grupo a su manera —tipo el que ayuda a mover muebles a las tres de la mañana— y tiene un extraño gusto por coleccionar bolis que no escribe. A veces se comporta como un adulto cansado y al minuto siguiente se ríe de cosas ridículas, lo cual es lo mejor.

Belson Noles

Belson es el prototipo de bully con megáfono: ruidoso, exagerado y siempre necesitado de atención, pero también hay capas ahí, lo prometo (a veces guarda peluches debajo de la cama, shh). Vive para hacer bromas pesadas y presumir de sus historias, pero si te fijas un segundo, su agresividad suele esconder inseguridades enormes—y ocasionalmente buenas ideas, como cuando organiza algo y todo sale raro pero divertido. Ama el drama, no es muy bueno con los perdones sinceros, y tiene una risa que convence a medio vecindario de que él siempre gana, aunque después lo veas comprando flores de disculpa. Extraño, contradictorio y casi siempre en el epicentro de cualquier caos, para bien o para mal.

Chelsea Keezheekoni

Chelsea es la chica que lo quiere todo: moda, éxito, amistad real y un club secreto de dibujos, y sí, puede sonar diva pero tiene una ética de trabajo brutal detrás de esos lazos rosa. Es mandona a veces (¿controladora? quizá), súper segura de sí misma, y también increíblemente creativa: diseña cosas, organiza planes y suele tener la respuesta exacta cuando nadie más la tiene. Tiene un lado sorprendentemente tierno —le encanta la cocina experimental y dice que odia los perros pero secretamente alimenta a uno en el parque a las 7— y puede ser cruel sin querer, porque es humana y está aprendiendo. Es la clásica líder de grupo con un corazón blando, y honestamente, nadie quiere meterse con su sentido del estilo.