Sobre Natsume’s Book of Friends en pocas palabras:

En el tranquilo campo, ‘El libro de amigos de Natsume’ cuenta la historia de Takashi Natsume, un chico que ve espíritus. Recibe un extraño libro de su abuela Reiko y se propone devolver los nombres de los espíritus atrapados dentro. Con su peculiar guardaespaldas Nyanko-sensei, Natsume descubre relaciones, perdón y quién es realmente. La serie combina relatos conmovedores con hermosas imágenes, creando un mundo lleno de calidez y emoción. Es como un abrazo para tu alma.

Conoce a los personajes de El libro de amigos de Natsume

Takashi Natsume

Natsume es ese chico dulce y melancólico que parece cargar con el mundo (y con montones de yokai, sí). Es tímido pero decidido, siempre prefiriendo entender antes que pelear; oye a los espíritus y eso lo vuelve raro en el mejor sentido posible. Tiene una paciencia infinita, aunque a veces explota y se pone sarcástico —lo cual es adorable y sorprende—. Le gustan las tardes tranquilas, los gatos callejeros (o eso dice, aunque a veces finge no querer ninguno en su casa).

Madara

Nyanko-sensei, el gordito vanidoso que esconde ser una fuerza de la naturaleza: orgulloso, glotón y excesivamente teatral. Quiere el Libro de los Amigos por puro ego (y por comida, no lo vamos a negar), pero al mismo tiempo protege a Natsume con un celo que da ternura y miedo. Es brutal en batalla y un desastre domesticando tazas de té; además tiene manías raras, como recoger cosas brillantes o roncar como una puerta vieja. A veces es cruel, a veces es el abuelo más dulce del mundo, depende del día (y de la comida).

Reiko Natsume

Reiko era fuego puro, una mujer que vivía como si cada día fuera una pequeña rebelión; carismática, provocadora y con una risa imposible de olvidar. Se metía con yokai como si fueran compañeros de viaje —y bueno, en parte lo eran—, y dejó una huella enorme en Natsume (y en la historia, duh). Tenía ese encanto de persona que te cuenta historias a las tres de la mañana y te deja preguntándote si todo era verdad; coleccionaba recuerdos raros, o quizá solo los fabricaba, quién sabe. A veces parece mitificada, a veces humana hasta lo absurdo, y esa contradicción la hace magnética.

Hinoe

Hinoe es elegante y un poco distante pero con un fondo sorprendentemente cálido; parece de porcelana pero te defiende sin pensarlo. Tiene modales refinados, voz suave y un orgullo antiguo que la hace parecer inalcanzable, y aun así se preocupa por cosas pequeñas (flores, té, problemas de corazón ajenos). Es feroz cuando hace falta —no intentes discutir con ella si la cosa se pone seria—, aunque también le gustan los chismes y, según rumores, colecciona cintas o algo por el estilo (no lo juraría). Tiene ese aura de noble yokai que se contradice con momentos extrañamente torpes, y eso la vuelve encantadora.

Seiji Matoba

Matoba es la definición de control: calculador, frío y extremadamente eficiente; un exorcista con recursos y paciencia para aburrir. Parece siempre tener todo previsto, obsesionado con el orden y con “recuperar” lo que considera peligroso —lo cual lo pone en choque con Natsume una y otra vez. Tiene ese aire de villano elegante pero de vez en cuando se le escapa un gesto humano (como si tuviera una vida secreta con edición limitada). Es desagradable cuando quiere, encantador cuando le conviene, y peligroso cuando cree que la justicia está de su lado.

Shuuichi Natori

Natori es ese tipo profesional y tranquilo que guarda un mundo curioso debajo de la superficie; exorcista y actor, sí, doble vida y con estilo. Es calculador en su trabajo pero raro en el buen sentido: le gusta observar, toma notas y a veces parece estar actuando incluso cuando no está sobre un escenario. Tiene una extraña mezcla de orgullo y timidez, le importan sus colegas y, eh, también los reflectores —o quizá solo le gusta la atención oculta, no sé—. A menudo ayuda a Natsume con discreción y con un sarcasmo seco que no falla (y lleva gafas, o eso creo, o no hoy).

Tooru Taki

Taki es la ternura en estado puro con un toque de terquedad: amable, persistente y súper sincero, aunque a veces se equivoque al expresarlo. Es de esos que no renuncian a ayudar y que parecen salir de un café literario, siempre dispuesto a escuchar y con una sonrisa un poco desarmante. Tiene manías pequeñas (puede ser demasiado organizado o un desastre, depende de la semana) y un sentido del humor tímido que aparece en momentos raros pero perfectos. En resumen: confiable, un punto ingenuo y humano, y extrañamente propenso a meterse en situaciones curiosas solo por no dejar a alguien solo.