¿Qué personaje de ‘Tokyo Godfathers’ eres?
Si eres fanático de los animes, seguramente conoces la popular serie 'Tokyo Godfathers'. Esta emocionante historia sigue a tres personajes marginados que, en la víspera de Navidad, encuentran a un bebé abandonado y deciden buscar a su madre. Cada uno de ellos tiene habilidades y personalidades únicas que los hacen especiales. ¿Te has preguntado cuál de ellos eres? ¡Descúbrelo ahora mismo con nuestro quiz! Responde a las preguntas y descubre si eres Hana, Gin o Miyuki. ¡Comienza ahora y descubre tu verdadero personaje en 'Tokyo Godfathers'!

Sobre Tokyo Godfathers en pocas palabras:
Tokyo Godfathers es una película de anime que sigue la historia de tres personas sin hogar: Gin, un hombre alcohólico, Hana, una mujer transgénero y Miyuki, una adolescente fugitiva. En la víspera de Navidad, encuentran a un bebé abandonado y deciden buscar a su madre. Durante su búsqueda, descubren secretos y enfrentan peligros, pero también encuentran lazos de amistad y esperanza. La película es una mezcla de drama, comedia y aventura, con una animación impresionante y una banda sonora conmovedora. Es una historia conmovedora sobre la familia, la aceptación y la redención.
Conoce a los personajes de Tokyo Godfathers
Gin
Gin es el tipo gruñón con un corazón enorme que nunca admite que lo tiene, el clásico rudo de la calle que se hace cargo cuando las cosas se ponen feas. Rudo, pragmático y bastante sobrio en sus decisiones, pero también con momentos de ternura que te pillan desprevenido — sí, llora en la ducha a veces, no lo niega. Tiene un pasado algo turbio (o al menos eso dicen) y una habilidad sorprendente para encontrar soluciones ridículas y funcionarlas, como si siempre tuviera un plan B, C y Z. Ah, y obsesión curiosa por los encendedores: lleva uno distinto por cada recuerdo, o eso jura.
Hana
Hana es la madre adoptiva de la banda, explosiva, cálida y con un sentido del orgullo que te deja sin palabras; te abraza y te regaña en la misma frase. Es una mujer compañera, a la vez drag y curandera de espíritus rotos, cocina como si la vida dependiera de su estofado y también monta un drama cuando menos te lo esperas — dramática pero sincera, siempre. Tiene principios muy firmes y un pasado que la hace ferozmente protectora; también falla a veces, se equivoca, y eso la hace humana y encantadora. Lleva tacones pero también botas mugrientas, y guarda siempre una pinza para el pelo en el bolsillo (por si acaso).
Miyuki
Miyuki es la adolescente imprevisible: orgullosa, a la defensiva, con sarcasmo afilado y ojos que saben demasiado para su edad. Se hace la dura pero en el fondo es curiosa y sensible, capaz de pequeños gestos que te derriten, y es la más rápida para soltar una verdad incómoda en la cara de cualquiera. Tiene historias complicadas (familia, decisiones, dramas típicos de adolescencia extremo) y una mezcla de valentía e inseguridad que la empuja a meterse en líos y también a cuidar cuando hace falta. Colecciona bolígrafos rotos o pegatinas ridículas, según el día, porque sí, así es ella.
Kiyoko
Kiyoko —sí, la pequeñita que lo cambia todo— es prácticamente un imán de milagros: silenciosa a ratos, explosiva de ternura en otros, y la razón por la que estos tres se enredan en el caos más hermoso. Con la inocencia de un bebé pero una especie de aura vieja, obliga a los adultos a enfrentarse a sus miedos y a decir la verdad (mira cómo lo hace, sin hablar). Es el reset emocional del grupo, el pegamento que no sabían que necesitaban; además, tiene un tic adorable, como un bostezo exagerado, que te roba el corazón. A veces parece dormir siempre, a veces llora solo para organizar una ¡historia!, contradictoria y perfecta.
Oota
Oota es el policía/perseguidor (o quizá solo un tipo con uniforme) que parece querer meter orden pero en el fondo no es tan frío; tiene esa mezcla de deber y curiosidad humana. Rígido en el trabajo, desconcertado en la vida personal, aparece cuando la trama pide sentido común y luego se convierte en alguien que encuentra complicidad donde menos pensaba. Es meticuloso, un poco paranoico (tiene la libreta de notas más llena que una novela), y a veces se sorprende a sí mismo siendo más blando de lo que planeaba. Le gusta el café amargo y murmura canciones de los 80 cuando nadie lo oye, cosa que lo hace ridículamente simpático.
