Sobre Mieruko-chan en pocas palabras:

Mieruko-chan es una serie de anime de terror que sigue a una chica llamada Miko que tiene la habilidad de ver espíritus y monstruos en su vida diaria. A pesar de su miedo constante, Miko intenta vivir su vida normalmente mientras lidia con los monstruos que la persiguen. Con la ayuda de sus amigos y su abuela, Miko aprende a enfrentar sus miedos y a proteger a aquellos que ama. La serie es una mezcla de horror y comedia, con un enfoque en la superación personal y la amistad.

Conoce a los personajes de Mieruko-chan

Miko Yotsuya

¡Miko es la protagonista que no pidió ver fantasmas pero aquí estamos! Siempre intenta actuar normal y ser invisible cuando lo raro aparece, aunque en realidad se le nota todo en la cara (ese ojo que se le sale de la órbita, literal o figurado). Es valiente a medias: finge calma, practica miradas de “no te veo” y luego grita como una sirena cuando nadie la está mirando — o sí, quién sabe —. Le encanta el ramen barato y tiene un tic de ordenar sus lápices cuando está nerviosa; dulce, torpe y totalmente humana con un toque de “dejaré que el mundo arda, pero en silencio”.

Hana Yurikawa

Hana es esa amiga ruidosa y absolutamente dedicada que no entiende la mitad de lo que pasa pero apoya con todo el corazón (incluso cuando debería correr). Extrovertida, dramática y con una risa que podría despertar a los muertos, lo cual sería irónico porque suele ignorar los presagios más obvios. A veces actúa como si fuera la heroína de una comedia escolar y otras veces tiene ráfagas de seriedad que sorprenden, como si guardara secretos que no comparte; no sé, a veces parece que sabe más de lo que dice. Tiene un gusto ridículamente malo para los regalos (regala calcetines con unicornios en funerales, lo juro), pero es leal hasta la médula.

Yulia Niguredō

Yulia es el misterio hecho persona, elegante y con una vibra de ese tipo de gente que colecciona objetos que deberían estar en museos de lo raro. Habla bajito, parece saber nombres de cosas que aún no existen y tiene una biblioteca de libros con manchas sospechosas — ¿té? ¿sangre? no sabría decir —. Es cálida cuando quiere, cruel cuando se aburre y sorprendentemente maternal a veces (le encanta mimar a los que le caen bien, aunque luego los regaña como villana de telenovela). Lleva siempre un accesorio vintage que chirría y, sí, probablemente tenga una gata demoníaca a la que llama “señora”; no pregunto, solo lo acepto.

Zen Tohno

Zen es ese chico calmado que parece una estatua hasta que te das cuenta de que la estatua tiene playlists raras y colecciona piedras con caras — no es broma, lo he visto. Tranquilo, protector sin fanfarria y con una sonrisa que puede ser tanto consoladora como inquietante dependiendo del ángulo — tipo espejo en cuarto oscuro, ¿me sigues? A veces actúa como si nada le afectara, pero te lo juro, tiene gestos pequeños (como acomodarse el cabello o tararear) que lo delatan; es un misterio suave. Tiene un lado torpe que aparece cuando trata de ser romántico y falla estrepitosamente, lo cual es adorable, contradictorio y todo lo que queremos del chico serio.

Godmother

Godmother es una entidad que parece sacada de un cuento de hadas retorcido: adorable en la distancia, terrorífica de cerca, con manos que hacen ganchillo y dedos que podrían arrancarte la brújula interna. Es a la vez madre protectora y pesadilla ambulante, ofrece consejos maternos como “come más” mientras desliza furtivamente un ojo por la habitación; igual te da galletas que te susurran secretos. A veces es hilarante, otras te hiela la sangre, y lo mejor es que nunca sabes cuál versión tendrás — se pone a hornear y luego convoca sombras, clásica. Tiene un gusto por las palabras antiguas y por referirse a sí misma en tercera persona, porque claro que sí, es la abuela que gobierna un reino de cosas que no deberían existir.

Kyōsuke Yotsuya

Kyōsuke, el hermano, es ese tipo de persona que finge no notar nada pero siempre está un paso por delante (o al menos eso dice mientras come galletas de forma sospechosa). Gruñón, protector y con sarcasmo para tirar al techo, tiene un lado suave que sólo muestra cuando cree que nadie lo ve — llora con comerciales, lo juro —. A veces es increíblemente práctico (puede arreglar una lámpara con un chicle y un alfiler) y otras veces se pierde en detalles absurdos, como discutir la filosofía de las galletas; contradicción viva. En resumen, un hermano cansado que te cubre la espalda y posiblemente tenga una colección escondida de peluches que niega con mucha pasión.