Sobre The End of F***ing World en pocas palabras:

El final del anime o serie de televisión The End of F***ing World sigue a dos adolescentes problemáticos, James y Alyssa, quienes deciden huir juntos en un viaje por carretera. A medida que se adentran en el bosque, se enfrentan a desafíos y peligros, incluyendo un asesinato accidental. La serie explora temas oscuros como la violencia, la soledad y la búsqueda de identidad en la adolescencia. Con un estilo visual único y una narrativa intrigante, The End of F***ing World es una serie emocionante y conmovedora que ha cautivado a la audiencia.

Conoce a los personajes de El fin del p*** mundo

James

James es el chico que siempre parece que va a estallar, pero luego te mira y todo se queda helado; súper intenso, oscuro y con ese humor seco que te hace reír y temblar al mismo tiempo. Tiene una lista mental de cosas que le importan y otra lista (más larga) de las que intenta fingir que no, aunque siempre se le escapan detalles que lo desmienten. Actúa como si fuera impenetrable pero se fija en pequeñas cosas —la posición de una taza, una cicatriz— y eso es lo que lo humaniza, en serio. A veces es cruel sin querer; otras veces se esfuerza en ser bueno y falla, y lo hace todo de forma extraña y torpe. Ah, y jura que odia las novelas románticas, pero tiene una frase favorita que le repite en voz baja, no sé por qué, es contradictorio.

Alyssa

Alyssa es puro fuego en forma de adolescente: rápida, sarcástica, impredecible y dolorosamente honesta, te deja sin filtro y sin respiración. Se comporta como si no necesitara a nadie pero, spoiler, necesita compañía a su manera, que suele ser a empujones y con música a todo volumen. Tiene una mezcla deliciosa de coraje y autodestrucción —salta primero, piensa después, y a veces ni piensa—, y cuando la conoces un poco descubres remordimientos guardados bajo capas de chistes. Le encanta agarrar el volante de la vida (literal y metafóricamente) y a la vez se marea con abrazos largos, sí, es contradictoria y por eso la quieres. Por cierto, colecciona cosas raras, tipo entradas de cine arrugadas; no sé por qué las guarda, quizás superstición.

Bonnie

Bonnie viene como el personaje que parece tranquilo y práctico, pero luego te das cuenta de que tiene una rabia serena bajo la superficie; es la calma que no siempre es calma. Es resolutiva, un poco maternal aunque no lo admita, y cuando se enfada lo hace con silencios largos y miradas que dicen demasiado. Tiene una lealtad feroz hacia la gente que le importa, pero también se sabe alejar cuando algo es tóxico —a veces demasiado rápido, otras veces demasiado tarde—. Es de las que cocina regalos raros, tipo galletas con forma extraña, y los entrega como prueba de que le importas (o para confundirte). Ah, y a veces se pierde en pensamientos filosóficos random que nadie pidió, pero que sorprendentemente tienen sentido.

Phil

Phil es ese adulto que mezcla autoridad con una incomodidad rara, medio paternal pero también medio siniestro, te deja en tensión todo el tiempo. Tiene la rutina y el control tatuados en la frente, pero de vez en cuando se le salen canciones infantiles en momentos rarísimos, lo cual lo vuelve todavía más inquietante (en plan, ¿qué está pasando ahí?). Le importa el orden, la normativa, y sus intentos de “arreglar” las cosas suelen ser exagerados y con consecuencias inesperadas. A veces actúa como si quisiera proteger, otras como si quisiera poseer la verdad, y nunca sabes cuál versión te tocará. Y hay algo casi cómico en su colección de bolígrafos de oficina; sí, colecciona bolígrafos, lo juro.

Gwen

Gwen es una mezcla rara de coraje cansado y ternura escondida, tipo la persona que ha visto mucho pero todavía se sorprende con cosas pequeñas (un gato durmiendo en la ventana, un café caliente). Intenta mantener todo unido —familias, trabajos, máscaras— y se le nota el esfuerzo en las manos, literal y figurado. Puede ser mandona y protectora en el mismo minuto, y luego se queda sola en la cocina mirando fotos viejas, así que no es una villana ni una heroína, es más bien humana y agotada. Tiene manías curiosas, como poner tres alarmas cada mañana aunque luego las apague todas, y a veces habla con voces distintas cuando está nerviosa; no es que sea actriz, es que lo necesita. Y aun con todo, tiene una paciencia rara que sorprende a cualquiera.

Clive Koch

Clive Koch es ese personaje peculiar cuyo nombre ya suena a alguien que guarda secretos en la chaqueta; tiene un aire de tipo meticuloso, un poco obcecado y con detalles extraños que te hacen sospechar. Es inteligente, algo calculador, y tiene un sentido del humor frío que aparece en el peor momento posible (y eso lo hace maravilloso y espantoso a la vez). Le gustan las teorías complicadas, los mapas y anotar cosas en libretas diminutas; a veces parece un detective, otras veces un conspiranoico con buen gusto. No es del todo malvado, sólo que su manera de “ayudar” suele complicar más de lo que arregla —pero lo hace con estilo, eso sí—. Y, por alguna razón, colecciona corbatas feas que nunca usa; quizá para cuando necesite parecer formal y no le salga del todo.