Sobre Kemono Jihen en pocas palabras:

Kemono Jihen es una serie de anime que sigue la historia de un niño llamado Kabane y su encuentro con Inugami, un detective privado que se especializa en casos relacionados con criaturas sobrenaturales. Juntos, Kabane y Inugami investigan una serie de misteriosos asesinatos en una aldea remota, donde descubren la existencia de un mundo oculto de seres sobrenaturales llamados kemono. A medida que la trama avanza, Kabane y Inugami se unen a otros personajes, incluyendo a una chica lobo, un vampiro y un hombre mono, para resolver casos cada vez más peligrosos y enfrentarse a enemigos poderosos.

Conoce a los personajes de Kemono Jihen

Kabane Kusaka

¡Kabane es ese protagonista silencioso que te atrapa sin darte cuenta! Callado, directo y con una mirada que dice más que mil discursos, pero a la vez tiene una inocencia casi infantil que te derrite; es como un chicle duro por fuera y blando por dentro, ¿me explico? Tiene un apetito raro a veces (sí, lo sé, suena dramático) y una fuerza que aparece cuando menos te lo esperas; es fiel hasta el hueso y torpemente honesto. Ah, y es sorprendentemente curioso: una hora puede pasarla leyendo y a la siguiente estar rompiendo paredes; contradicciones, las mejores.

Mihai Florescu

Mihai es elegante y un poco fantasma: misterioso, educado y con una sonrisa que no siempre te revela lo que piensa, adoro ese aire de libro antiguo. Es cerebral, calculador, pero también tiene momentos de ternura absurda, como si fuera un niño con buen gusto por la decoración (sí, lo imagino poniendo cojines). A veces parece distante porque está pensando diez pasos adelante, otras veces se deja llevar por impulsos rarísimos; impredecible pero no loco. Y tiene esa vibra de “sé mucho, no me provoques”, que es deliciosamente peligroso.

Kohachi Inugami

Kohachi es el caos adorable con chaleco de profesor —parece padre, parece bromista, parece que lo sabe todo— y encima siempre tiene alguna anécdota terrible que te hace reír y asustarte al mismo tiempo. Es protector hasta niveles exagerados pero también disfruta meter a la gente en líos solo por ver qué pasa (malvado con cariño). Tiene paciencia infinita para los niños raros, y un humor tan seco que corta (literalmente). Ah, y le gustan las cosas raras: colecciona insectos o tazas, o ambas cosas, juro que no se decide.

Shiki Tademaru

Shiki es el terremoto en persona: energético, bocazas, siempre listo para una pelea o una broma pesada; te golpea con una sonrisa y luego te ofrece un caramelo, es muy bueno en eso. Le encanta el ruido, la acción y la comida chatarra; duerme poco y bromea mucho, pero detrás de todo eso hay una lealtad que te parte el pecho. A veces parece inmaduro y otras te sorprende con una frase profunda que no esperabas (¿de dónde sacó eso?). Ah, y tiene gustos estéticos raros —me niego a explicar por qué colecciona pegatinas de ojos— pero le funcionan, ¿no?

Akira

Akira es frío y al mismo tiempo febril: callada, analítica y con una mirada que te deja pensando durante horas; no es la típica que habla por hablar. Tiene un control emocional impresionante, pero cuando se enciende es tan intensa que dan ganas de apartarse; protectora hasta el límite y con una precisión quirúrgica en lo que hace. A veces actúa como un robot estoico y otras veces suelta algo totalmente inesperado y sentimental (me confunde, en serio). Tiene pequeños vicios raros —coleccionar bolígrafos, saborearlos mentalmente—, no preguntes.

Kon

Kon es la explosión de energía y dulzura que necesitas aunque no lo supieras; travieso, hambriento y con una risa contagiosa, es el alivio cómico que también sorprende por lo listo que puede ser. Le encanta comer y meterse en problemas, pero cuando se trata de proteger a su gente se convierte en un pequeño serio y feroz; parece cobarde pero se planta, milagrosamente. Habla mucho, corre más y a veces se contradice diciendo que odia el ruido mientras lo provoca; típico. Y sí, tiene un fetiche por los postres, probablemente por eso siempre aparece cuando hay pastel.

Nobimaru

Nobimaru es el tipo grande y tranquilo que inspira respeto sin levantar la voz; serio, tradicional y con un sentido del deber que pesa, pero en el fondo es un osito gruñón que no admite que le gusten las flores. Fuerte y leal, funciona como ancla del grupo —no muy hablador, pero cuando habla todos escuchan—; tiene códigos, rituales y una paciencia que parece eterna. A ratos es sorprendentemente tierno (cuida plantas, sí, plantas) y a ratos parece un muro impenetrable; esa mezcla lo hace fascinante. Ah, y es raro pero cuida muchísimo su peinado, no sé por qué lo menciono pero es verdad.