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¿Qué personaje de ‘Blue Exorcist’ eres?

Si eres un fanático del anime o de las series de televisión, seguramente ya habrás visto 'Blue Exorcist', una serie que narra la historia de Rin Okumura, un joven que descubre que es el hijo de Satanás y decide convertirse en exorcista para combatir a los demonios. Pero, ¿alguna vez te has preguntado qué personaje de 'Blue Exorcist' eres? ¿Eres como Rin, valiente y decidido? ¿O eres más como Yukio, inteligente y astuto? ¡Descúbrelo ahora con nuestro quiz! Responde las preguntas y descubre a qué personaje de 'Blue Exorcist' te pareces más. ¡Comienza ahora y averigua quién eres en el mundo de los exorcistas! Haz clic en el botón 'Comenzar' para empezar el quiz.

Bienvenido al cuestionario: ¿Qué personaje de Blue Exorcist eres?

Sobre Blue Exorcist en pocas palabras:

Blue Exorcist es una serie de anime que sigue la historia de Rin Okumura, un adolescente que descubre que es el hijo de Satanás y que posee poderes demoníacos. Después de la muerte de su padre adoptivo, Rin decide convertirse en un exorcista para luchar contra los demonios y proteger a la humanidad. A lo largo de la serie, Rin se une a una academia de exorcistas y se enfrenta a varios enemigos, incluyendo a su propio hermano demoníaco. La serie combina acción, comedia y drama, y explora temas como la identidad, la familia y el bien y el mal.

Conoce a los personajes de Blue Exorcist

Yukio Okumura

Yukio es ese tipo que parece tener todo bajo control y a la vez está a un pelo de colapsar; serio, hiper responsable y con una paciencia que, wow, se agota. Siempre con las gafas impecables y la puntería afilada —o eso dice él—, pero tiene un humor seco que te sorprende en momentos rarísimos. Es protector hasta decir basta con su hermano, aunque a veces su orgullo le juega malas pasadas; es frío y blando a la vez, no sé, es contradictorio y por eso lo adoro. Tiene una fijación extraña por el orden y los informes, aunque su escritorio alguna vez ha estado igual de lleno que el de un demonio, shh.

Rin Okumura

Rin es puro combustible: impulsivo, leal, cabezota y con un corazón tan enorme que duele; literalmente explota (a veces) cuando se enfada. Tiene ese rollo de chico problemático, con cola demoníaca y una espada que mola una barbaridad; y al mismo tiempo es tierno, come ramen como si no hubiera mañana y se abraza a la gente de forma totalmente poco elegante. Sus cambios de humor son legendarios —te reta en un segundo y te protege al siguiente— y sí, es un desastre con horarios pero lo compensa con valentía absurda. Ah, y siempre llega tarde pero con la mejor excusa imposible; te juro que funciona.

Shura Kirigakure

Shura es la mezcla perfecta entre “no me toques” y “ven aquí que te rompo un brazo con cariño”; campechana, ruidosa, la típica que fuma (o aparenta) y bebe como si el mundo fuera a acabarse. Es feroz en combate, ama pelear y tiene un sentido de la diversión retorcido —te empuja a entrenar y luego te empuja de verdad, literal—. Hay algo maternal en ella, aunque te trate como si fueras un saco de boxeo; protege a los chicos pero también les mete sablazos cuando hace falta, no pregunta. Tiene un gusto por la ropa rara y por hacer comentarios que no casarían con su cara dura; la adoras o la odias, pero sobre todo la adoras.

Lewin Light

Lewin es ese veterano tranquilo que parece que no rompe un plato pero te mira y sabes que lleva mil batallas encima; calmado, sabio y con un humor seco que aparece cuando menos lo esperas. Actúa como figura de apoyo, juega al mentor pero sin sermones largos, y tiene una paciencia que es prácticamente legendaria (aunque se aburra si algo es demasiado dramático). Se le nota cariño por los jóvenes del escuadrón y también una pizca de excentricidad: come cosas raras a horas raras, o eso creo, pero igual me lo invento ahora. En resumen, un pilar discreto que guarda secretos y manías, y que nunca falla cuando importa.

Amaimon

Amaimon es caos con corona: adorablemente caprichoso, tremendamente poderoso y con esa infantil malicia que te hace reír y a la vez temblar. Le encanta provocar, jugar con los humanos como si fueran insectos y, sin embargo, tiene momentos de… bueno, cariño extraño, casi paterno con su propio modo de ser. Vive para fastidiar y para mirar la naturaleza con ojitos —o eso dijeron— y siempre aparece cuando menos te lo esperas, probablemente con una sonrisa exagerada. Es imprevisible, glamuroso en su propio sentido torpe y sospecho que tiene algún fetiche por las plantas raras; no me preguntes por qué lo imagino con macetas.

Arthur A. Angel

Arthur tiene esa vibra de niño prodigio y villano elegante a la vez; calmado, obsesivo con sus planes y con una sonrisa que no termina de convencerte. Se mueve como si todo fuera un tablero de ajedrez y disfruta mucho más del movimiento que del triunfo, lo cual da un poco de escalofrío. Es misterioso, habla en tonos suaves y guarda convicciones raras, y sí, tiene ideas sobre el mundo que harían que cualquiera cerrara la ventana. Tiene un deje aristocrático y a veces parece un poco juguetón, como si coleccionara horrores con gusto, pero vaya, a mí me da cosa y fascinación al mismo tiempo.

Shiro Fujimoto

Shiro es el tipo de padre que fue bondadoso hasta el hueso y también un monstruo de disciplina cuando la ocasión lo pedía; tranquilo, sacrificado y con una paciencia que roza lo legendario. Tenía una mezcla de calor humano y profesionalismo brutal: capaz de preparar sopa casera y luego detener a un demonio con la calma de quien arriega la cena. Es protector en el sentido más absoluto, y su sentido del deber le costó caro (hablo en serio, lloré un poco la primera vez que pensé en eso). Pequeño detalle tonto: siempre imaginé que olía a café fuerte y a jabón viejo, cosa que no es muy heroicón pero oye, pinta bien.

Mephisto Pheles

Mephisto es puro teatro: excéntrico, seductor y mil veces demasiado; aparece con traje perfecto y sombrero, hablando como si estuvieras en una obra —y además con una sonrisa que te pone en guardia. Le encanta jugar, manipular hilos y coleccionar rarezas; es misterioso a propósito y disfruta de las miradas confundidas de los demás. Tiene un sentido del humor retorcido y una afición por los dulces que parece casi adorable, hasta que recuerdas que es un demonio con intereses propios. En serio, es encantador y peligroso a la vez; quiero tenerlo en mi equipo y temerle al mismo tiempo.

Lucifer

Lucifer tiene esa presencia fría y monumental que te aplasta bonito: elegante, cerebral y con una paciencia de piedra, casi inhumana. No es caricatura de maldad, es sofisticación y manipulación fina; te susurra verdades incómodas y parece disfrutar de ver cómo encajas las piezas. Hay algo trágico en él, como si guardara un cansancio antiguo detrás de la perfección, y eso lo hace más fascinante que terrorífico a secas. A ratos parece distante como un gobernante absoluto y a ratos muy íntimo, lo cual confunde y atrae, no sé, es difícil no quedarse mirando.

Satan

Satan es la mezcla de cariño tóxico y poder absoluto: paternal, dominante y a la vez dolorosamente obsesivo con sus propios planes. Enfrenta el mundo con una calma que abruma, y cuando se enciende, todo el lugar tiembla, literal y metafóricamente; tiene una aura casi romántica y a la vez monstruosa. Te da esa sensación de que entiende todo, de verdad, y que eso lo hace más peligroso porque actúa con convicción. A veces lo imagino hablando con voz susurrante sobre historias antiguas y luego rompiendo el silencio con carcajadas —es contradictorio, sí, pero ¿qué esperabas?—.