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¿Qué personaje de ‘Diabolik Lovers’ eres?

¿Eres un fanático del anime y de los vampiros? Entonces, ¡este quiz es perfecto para ti! Diabolik Lovers es una serie de anime que sigue la historia de Yui Komori, una chica que se encuentra rodeada de seis hermanos vampiros. Cada uno de ellos tiene su propia personalidad y características únicas que los hacen atractivos y peligrosos al mismo tiempo. Si alguna vez te has preguntado qué personaje de Diabolik Lovers eres, ¡este es el momento de descubrirlo! Responde a nuestras preguntas y descubre si eres como el apasionado y posesivo Ayato, el misterioso y enigmático Kanato, o alguno de los otros hermanos. ¡Comenzar el quiz ahora y descubre tu verdadero yo vampiro!

Bienvenido al cuestionario: ¿Qué personaje de Diabolik Lovers eres?

Sobre Diabolik Lovers en pocas palabras:

Diabolik Lovers es una serie de anime que sigue la historia de una joven llamada Yui Komori, quien se traslada a una casa en la que vive con seis hermanos vampiros. Cada uno de ellos tiene un carácter y personalidad distintos, pero todos comparten una sed de sangre que la protagonista tendrá que satisfacer. A medida que la trama avanza, Yui descubre secretos oscuros sobre su familia adoptiva y su propia identidad. La serie combina elementos de romance, drama y horror, y ha sido muy popular entre los fans del género.

Conoce a los personajes de Diabolik Lovers

Azusa Mukami

Azusa es una mezcla de tormenta y oso de peluche, súper intenso y al mismo tiempo terriblemente sensible — te reclama con besos y con arañazos, dependiendo de su humor, ja. Tiene un orgullo enorme pero se le cae la voz cuando está celoso, y sí, eso es adorable y peligroso a la vez. Le encanta hacer cosas dramáticas (¡obsesivo, lo sé!) y luego se pone a escuchar música suave como si nada, o se pone a dibujar corazones en servilletas. A veces finge que no le importas y al minuto siguiente te está pegando una nota ridícula debajo de la almohada, como quien no quiere la cosa. Ah, y colecciona llaveros raros; no sé por qué eso me parece perfecto para él.

Shuu Sakamaki

Shuu es el tipo tranquilo que parece que siempre está medio dormido pero en realidad observa todo, con una calma que intimida pero que te arrastra sin que lo notes. Tiene esa vibra de “no me importa” pero en el fondo es súper protector, como si fuera un guardián exhausto que a veces se olvida de comer. Es musical, suave, un poco melancólico, y sí, puede ser cruel porque se aburre, no por maldad puro aburrimiento intelectual. Se supone que es serio, pero juro que una vez lo vi sonreír a un gato y casi lloro, no exagero. Le dan ataques de nostalgia por cosas inútiles — tickets de cine, cucharitas, lo que sea — y guarda todo en cajas etiquetadas.

Subaru Sakamaki

Subaru es el forastero ardiente que te hace reír y luego te encara por nada; muy explosivo, con corazón de oro escondido bajo montones de mal genio. Está siempre a la defensiva (con razón, pobre chico) pero cuando confía es sorprendentemente leal, un lunes por la noche tipo “voy a protegerte aunque me cueste la vida”, dramático y dulce. Le salen brotes de ternura improvisados — a veces te escribe poemas bruscos y otras solo te da un empujón — y no, no hay término medio con él. Tiene manías raras, tipo comer helado a las tres de la mañana mientras mira películas de terror, y sí, contradice todo lo que dijo antes, porque así es. A veces parece que golpea cosas solo para desahogarse; otras veces canta en la ducha y casi me mata de pena.

Reiji Sakamaki

Reiji es el hermano organizado hasta el extremo, controla todo con esa mirada fría y una regla en la mano (literalmente), pero hay una ternura reprimida que sale en momentos ridículos. Le importa el orden más que su propio orgullo y, sí, puede sonar como el mayordomo perfecto que también te regaña por dejar la taza en el sofá. Es perfeccionista, ambicioso y algo manipulador — en el buen sentido, creo — pero secretamente colecciona papeles bonitos, tickets y notas que le recuerdan pequeños triunfos. Lo ves serio y rígido, pero si lo provocas aparece un sarcasmo que te deja sin palabras; luego se excusa como si no pasara nada. Ah, y le gustan las novelas policíacas (o eso dice él), pero en su tiempo libre veo que mira comedias empalagosas, lo juro.

Carla Tsukinami

Carla es caos adorable: impredecible, juguetón y un poquito teatral, como un payaso elegante con mejores intenciones… o no, a veces no lo sé. Puede ser dulce hasta marearte y al segundo siguiente te clava una broma pesada — y se ríe sin remordimiento, lo cual es encantador y terrorífico. Tiene esa risa contagiosa y una mirada que traiciona que siempre está planeando otra travesura; también parece muy leal a su manera rara. Le encanta disfrazarse de tonterías, coleccionar botones extraños y decir frases dramáticas en voz baja cuando nadie lo escucha; contradicción total, sí. A veces actúa como si no tuviera límites, pero luego se encierra a leer poesía triste y yo allí pensando “¿qué pasó?”.

Shin Tsukinami

Shin es el serio y silencioso que te atraviesa con la mirada pero que en realidad es un pequeño volcán de sentimientos contenida; muy reservado pero intensamente fiel. Tiene principios raros, de esos que parecen antiguos (le gustan las reglas raras y la puntualidad, imagina), y a veces te sorprende con gestos simples que cortan más que un discurso dramático. No habla mucho, pero cuando lo hace, cada palabra pesa, y sí, suele soltar comentarios secos que en realidad son suaves. Le fascinan las pequeñas plantas (lo juro) y las cuida como si fueran soldados; es contradictorio porque detesta que le den órdenes pero vive siguiendo una lista propia. Y sí, se puede reír, solo que lo hace en momentos muy malos, lo cual es extrañamente adorable.

Ayato Sakamaki

Ayato es puro espectáculo, arrogante y coqueto, el típico chico que te provoca solo por diversión pero que esconde una soledad enorme detrás de sus gritos. Le encanta competir y ganar (siempre), y disfruta atormentarte con sonrisas excesivas y comentarios filosos, pero si lo miras con calma, es increíblemente vulnerable. Es impulsivo, teatral y ama el drama — dile que no y te monta una obra entera — y aún así tiene un lado tierno que aparece cuando menos lo esperas. Tiene una colección ridícula de gafas de sol, habla en metáforas y se cree el protagonista de todo, lo cual es cierto la mayoría del tiempo. A veces te abraza con demasiada fuerza y luego se hace el indiferente; típico, pero funciona.