Sobre Megalo Box en pocas palabras:

Megalo Box es una serie de anime que se desarrolla en un futuro cercano donde el boxeo ha evolucionado hasta convertirse en un deporte de alta tecnología. El protagonista, llamado Junk Dog, es un boxeador callejero que lucha en peleas clandestinas para ganarse la vida. Un día, tiene la oportunidad de enfrentarse al campeón del mundo de Megalo Box, y a partir de ahí, comienza su camino hacia la cima del deporte. A lo largo de la serie, se exploran temas como la superación personal, la lealtad y la amistad, todo ello en un ambiente lleno de acción y emoción.

Conoce a los personajes de Megalo Box

Joe

¡Joe, el legendario “Junk Dog”, es puro golpe y corazón! Es callado, terco y se mueve como si hubiese vivido mil vidas en las cuerdas, pero luego de repente suelta una broma tonta y te sorprende; me encanta esa mezcla. Vive con honor callejero, desprecia las reglas pero nunca traiciona a los suyos — o eso dice, aunque a veces parece que sí le gusta un poco la fama, shh. Tiene esa mirada medio rota que te dice “no me importa nada” y luego te regala una sonrisa que derrite.

Sachio

Sachio es el amigo que no falla, el que tiene el bar roto y el corazón gigante; es dulce, rencoroso en el buen sentido y a veces increíblemente cabrón (en el mejor momento). Es el manager/ángel guardián de Joe, cocinero improvisado, contador peor que nadie y conspirador de cafés a las 3 a.m.; no sabría vivir sin él. Se sacrifica como si fuera regla y luego regatea por una lata de arroz, cosa que me mata cada vez. Tiene unos silencios que pesan y unas rabietas que son adorables, serio pero llorón cuando nadie mira.

Gansaku Nanbu

Gansaku es el viejo lobo del barrio, un tipo áspero que parece haber visto absolutamente todo y aún así actúa sorprendido cada temporada. Es ruidoso, fuma (o era que siempre tiene algo en la boca, no recuerdo), y dirige el circo por amor propio y porque le encanta ver sangrar la emoción; sentimental a su manera, con tarjetas de visita arrugadas en el bolsillo. Organiza peleas, cuida a los chicos y colecciona billetes rotos o entradas de combates, quién sabe, algo así. A veces es un padre estricto, otras un borracho filosófico, y ambas versiones funcionan perfecto.

Yuri

Yuri es frío como un bloque de hielo y feroz como un motor, el campeón con la cara de quien no acepta tonterías. Es perfecto en el ring, metódico, elegante y brutal; parece un reloj que no se atrasa y luego, de pronto, te muestra una grieta humana y ya estás vendido. Tiene un aura de soledad que atrapa y, aunque actúa como un juez imperturbable, tiene pequeñas manías raras (¿escuchar canciones infantiles antes de pelear? puede ser) que lo hacen extrañamente tierno. Te intimida, te fascina y te deja pensando en él por días.

Yukiko Shirato

Yukiko es esa mezcla de hierro y curiosidad que no deja a nadie indiferente; corporativa, pulcra, pero con una intuición brutal para lo que importa. Se muestra profesional y calculadora pero de vez en cuando se le escapa una sonrisa auténtica que te hace creer que todo ese mundo de lujos tiene corazón. Le encantan los detalles (bolígrafos, agendas, quién diría), y al mismo tiempo se mete en asuntos que la hacen vulnerables, como si jugara con fuego a propósito. Es ambiciosa, sí, pero también sorprendentemente humana: a veces dura, a veces sólo una fan empatizando en la oscuridad.

Mikio Shirato

Mikio da la impresión de ser la versión pulida y fría del apellido Shirato; autoridad, estilo y decisiones grandes que caen como martillos. Es cerebral, le gusta controlar la narrativa y mantener el teatro impecable, aunque secretamente disfruta de cosas terriblemente simples (comida callejera a las 2 a.m., dicen por ahí). A veces parece un villano muy calculador y al minuto siguiente es un señor con nostalgia por los días en que todo era más sencillo — contradicciones everywhere, y funciona. Tiene esa presencia que obliga a todos a hablar en voz bajita y aún así es fácil imaginarlo riéndose solo en su despacho.

Aragaki

Aragaki es el tipo que hace que las cosas funcionen sin pedir aplausos; seco, eficiente y con un humor negro que corta. Puede ser entrenador, brazo derecho o administrador, según el día, y siempre parece saber exactamente cuándo poner una mano dura y cuándo dar un empujón motivador (o una bofetada, no lo niego). Le gustan los gatos callejeros y los planes bien hechos, aunque a veces se le escapa una ternura absurda que nadie esperaba — como comprar golosinas para un niño rival, por ejemplo. Es práctico, directo y sorprendentemente leal; no es el protagonista, pero sin él todo se desmorona.