Sobre Odd Taxi en pocas palabras:

Odd Taxi es una serie de anime que sigue la vida de un taxista llamado Odokawa, quien lleva una vida solitaria y misteriosa en la ciudad de Tokio. A medida que va recogiendo a diferentes pasajeros, se va involucrando en una serie de eventos extraños y peligrosos que lo llevan a descubrir oscuros secretos sobre la ciudad y sus habitantes. La serie explora temas como la soledad, la corrupción y la violencia, y presenta una trama intrigante y llena de giros sorprendentes que mantienen al espectador en vilo.

Conoce a los personajes de Odd Taxi

Taichi Kabasawa

Taichi es ese tipo que siempre parece llevar la verdad a medias y una sonrisa demasiado medida, ¿saben? Tiene aura de alguien que mueve hilos detrás de cámaras aunque a veces olvida dónde dejó el móvil (sí, en serio). Le gusta aparentar control absoluto pero a veces se le ve nervioso arreglándose la corbata como si fuera la primera vez. Y juro que tiene una planta en el despacho que oye cosas y probablemente la riega con café porque se le olvida el agua.

Shun Imai

Shun es el chico tranquilo que suma puntos por ser inexplicablemente observador — callado, pero atento hasta al chasquido de una servilleta. Se le nota la timidez en la postura y luego te suelta una línea que te deja pensando horas, me encanta eso. Dicen que tiene un hobby extraño con puzzles (o eran sellos? no recuerdo) y que siempre tiene una libreta pequeña, llena de garabatos y horarios. A veces parece que no le importa nada y de repente se preocupa por detalles que nadie más vio; clásico Shun, impredecible.

Ayumu Gouriki

Ayumu tiene esa vibra de “chico bueno” con un pasado que pesa, como si llevara una sombra elegante encima todo el tiempo. Habla suave pero cuando se enciende—ay, ahí sí que te mira de otra manera—, protector, un poco terco. Le encanta la nostalgia, guarda tickets de cine y entradas de tren (cosas que yo también guardaría, no es por nada), aunque a veces lo ves saltando y riendo como si nada. Es contradictorio, solidario hasta el dolor pero también tiene secretos que no te contará en la primera cerveza.

Eiji Kakihana

Eiji es puro exceso con un punto vulnerable que te sorprende; teatral, puede reírse de todo y al mismo tiempo estar rompiéndose por dentro. Vive dramáticamente, se nota en cómo se arregla el pelo (mucho producto, por cierto) y en las frases grandilocuentes que suelta a medianoche. Pero ojo: tiene gestos dulces y se emociona con cosas pequeñas, como un helado derretido o un mensaje inesperado. Es un caos con clase, ruidoso y, sí, a veces demasiado sentimental para lo que pretende mostrar.

Miho Shirakawa

Miho es el misterio envuelto en confeti: una figura pública con sonrisa perfecta y una corriente de vulnerabilidad debajo que te atrapa. Tiene esa mezcla de inocencia y cálculo, como si supiera más de lo que deja ver y además coleccionara postales de lugares que nunca visitó (o tal vez los visitó, ¿quién sabe?). Dices “dulce” y ella lo es, pero también sabe manipular una conversación con la misma naturalidad con la que respira. Siempre parece estar en dos sitios a la vez: brillante en el escenario, frágil en la sombra.

Atsuya Baba

Atsuya es ese amigo que está siempre dispuesto a ayudar y también dispuesto a perderse cinco veces antes de llegar, tremendo don. Tiene un corazón enorme y una ingenuidad adorable, y a veces eso lo mete en problemas, pero ¿cómo no quererlo? Ama la comida casera (pasta, creo) y tiene manías raras con los calcetines, no me preguntes por qué. Se muestra despreocupado pero se preocupa mucho, en plan silencioso y súper efectivo cuando importa.

Hiroshi Odokawa

Odokawa es el taxi como persona: seco, con humor negro y una calma que da miedo a veces, es mi favorito, obvio. Conduce, escucha, observa; podrías decir que su vida es rutina, pero dentro de esa rutina hay un detective sin título, con intuición finísima. Fuma, dice cosas cortas, y tiene un cuarto lleno de pequeños rituales (cucharas alineadas, tal vez un póster raro, cosas así). Lo ves callado y piensas “frío”, pero si le importas no se le escapan las cosas; es fiel aunque le cueste demostrarlo.

Yano Rapping

Yano vive para el ritmo y para el escenario, todo flow y movimiento, aunque por dentro a veces se siente diminuto (¿no es entrañable?). En el micrófono es puro imán, fuera de él se tropieza con palabras, vergüenza y cosas normales como todos. Tiene una colección exagerada de gorras y hoodies, y jura que la número siete es su amuleto de la suerte (o al menos eso dice). Es showman, sí, pero también un tipo con inseguridades que intenta esconder tras beats y frases afiladas; y lo logra la mayoría del tiempo, ¡pero no siempre!

Kenshiro Daimon

Kenshiro da la impresión de fuerza serena; tipo leal, protector, el que pone orden aunque después se derrumbe viendo una película triste. Tiene esa cara de “tengo un plan” y luego resulta que su plan es improvisar con mucha fe, lo cual funciona sorprendentemente. Ama las rutinas de ejercicio (o al menos finge hacerlas religiosamente) y come cosas picantes para despertarse, según rumores. Es serio pero con un humor seco que aparece en el peor momento posible, y eso es lo mejor.

Koshiro Daimon

Koshiro es como la versión sensible del clan Daimon: pensativo, un poco distraído, con talentos escondidos que solo su hermano parece conocer. Es el tipo que escribe notas y luego las vuelve a leer por siglos, y a veces las pierde (sí, contradicción total). Tiene un lado artístico, escucha música rara y colecciona figuritas chinas o algo así, no tengo la lista exacta. A primera vista tímido, luego suelta frases que te rompen el alma de lo sinceras que son; ojo con subestimarlo.

Kensuke Shibagaki

Kensuke es combustible puro: impulsivo, ruidoso y con una lealtad que te sorprende a la vuelta de la esquina. A veces actúa sin pensar (y luego pide perdón con demasiada intensidad), y otras veces planea con una precisión inesperada; nunca sabrás qué versión tocará. Le encanta el drama, las discusiones, y también te prepara un ramen que te hace olvidar por qué gritaban. Es contradictorio, terco y adorable en dosis industriales, y lo amas o lo odias pero rara vez lo ignoras.