Sobre Our Last Crusade or the Rise of a New World en pocas palabras:

“Nuestra Última Cruzada o el Ascenso de un Nuevo Mundo” es un anime cautivador que se centra en el conflicto entre la Soberanía de Nebulis y el Imperio. Entrelaza de manera hermosa los viajes personales de sus personajes en medio de la narrativa general de la guerra, mostrando las complejidades del amor, la confianza y el honor. A medida que Iska y Aliceliese, dos guerreros de lados opuestos, forman un vínculo improbable, la serie desafía nuestras percepciones de enemigos y aliados, incitando a los espectadores a cuestionar la verdadera naturaleza de la guerra y la paz.

Conoce a los personajes de ‘Our Last Crusade or the Rise of a New World’

Iska

Iska es ese tipo silencioso que siempre parece dos pasos por delante en la batalla y cinco pasos detrás en las conversaciones sociales, ya sabes, el clásico rudo con corazón. Pragmático, directo y con una paciencia que cruje pero que no se rompe, aunque juro que hay días que actúa como si le dieran cuerda; a la vez se pone súper melodramático por una flor pisada, no lo entiendo. Tiene maneras de soldado veterano pero a veces le da por hacer cosas absurdas como coleccionar cucharas (sí, cucharas) o repartir apodos terribles a todo el mundo. Le encanta la eficiencia y odia los desperdicios, y al mismo tiempo guarda cosas “por si acaso” en bolsillos que nadie ha visto.

Aliceliese

Aliceliese (¡Alice!) es pura voluntad y orgullo aristocrático con una sonrisa que destroza planes — la típica princesa que te reta a duelo y luego te hace té, literal. Firme, justa y con una determinación que moja el suelo cuando camina, es la clase de líder que inspira y asusta en la misma frase; además, secretamente es una desastre en la cocina (y lo sabe, pero insiste en intentar). Su sentido del honor es casi doloroso, y eso la vuelve compasiva incluso con sus enemigos, algo que la vuelve confusa y preciosa al mismo tiempo. Tiene esa chispa de noble que no se rinde, aunque a veces se ponga a cantar cosas raras en mitad del campo de batalla — no preguntes por qué, nadie lo entiende.

Rin

Rin es la energía embotellada del grupo, diminuta pero explosiva: curiosa, directa y con una risa que se pega como chicle. Es lista, impulsiva y le encanta meterse en problemas para luego resolverlos con una mezcla de ingenio y pura terquedad; también colecciona notas con ideas que probablemente nadie leerá (pero ellas existen, y son épicas). A veces parece más niño que sus años, y otras es increíblemente madura, así que nunca sabes qué versión te toca ese día. Ah, y tiene un gusto raro por los dulces picantes; lo digo en serio, es una obsesión inexplicable.

Nameless

Nameless tiene ese aura de enigma antiguo, frío y calculador, como si todo su pasado estuviera escrito en sombras y tuviera un contrato con el silencio. Habla poco, observa mucho, y cuando decide moverse parece que ya había planeado tres finales alternativos — filósofo oscuro y estratega, con un sentido del humor que aparece de vez en cuando como un fantasma. Hay quien dice que no tiene nombre por elección, otros que es más por protección; yo creo que es por drama, porque vaya si le gusta mantener el misterio. Aunque parezca implacable, hay pequeñas fisuras — recoge piedras bonitas, o eso vi una vez — así que no es un bloque, tiene fisuras.

Jhin

Jhin es la mezcla perfecta entre villano de novela y amante secretamente cursi, con una elegancia que da miedo y una tendencia a recitar frases como si fueran líneas de teatro. Es calculador, letal y ama el caos con intención, pero también puede ponerse pretencioso sobre el té de la tarde y hablar de arte como si fuera su religión. A veces parece que actúa solo para ver la reacción de los demás, y otras porque realmente cree en un ideal raro que solo él entiende; o sea, contradictorio pero fascinante. Y sí, tiene una manía absurda por ordenar sus armas por color o por nombre — depende del humor — lo cual lo hace espantosamente meticuloso.

Sisbell

Sisbell es la mezcla de dulzura y filo: apariencia de muñeca delicada pero con un cerebro político que corta más que su aguja de costura. Amable, simpática y siempre con una sonrisa que calma a las personas, pero ojo, porque en cuanto hay que tomar decisiones frías saca la nata y el bisturí — la diplomacia hecha persona, básicamente. Le encantan las flores, los mapas y hablar de moda mientras trampea planes diplomáticos; sí, suena raro pero funciona y milagrosamente la gente confía en ella. A veces se le nota una nostalgia enorme por cosas pequeñas (una vieja melodía, el olor del pan), y otras es implacable en asuntos serios, así que tiene capas y más capas.