Sobre Inuyasha en pocas palabras:

Inuyasha es una serie de anime y manga que cuenta la historia de una chica llamada Kagome, quien es transportada a la época feudal de Japón. Allí conoce a Inuyasha, un medio demonio con quien comienza una aventura para encontrar los fragmentos de la joya de cuatro almas. En su camino, se unen a ellos otros personajes como Miroku, un monje con un agujero negro en su mano, y Sango, una cazadora de demonios. Juntos luchan contra Naraku, el principal antagonista de la serie, y otros demonios que amenazan la paz en la era feudal. La serie combina elementos de acción, aventura, romance y comedia, y es considerada un clásico del anime.

Conoce a los personajes de Inuyasha

Inuyasha

Inuyasha es ese medio-demonio cascarrabias que siempre parece estar a un pelo de pelear con el mundo entero, pero en el fondo es un blandito (sí, no preguntes). Explosivo, directo y con más orgullo que sentido común, tiene una espada gigante y un mal genio que te hace reír y querer tirarle una almohada al mismo tiempo. A veces actúa como si no pudiera sentir nada y al minuto siguiente se le nota hasta en la cara; dramático, sí, y también sorprendentemente torpe para ciertas cosas (cocinar, por ejemplo, o poner una mira). Y ojo: le encanta pelear, pero también proteger a los que quiere, aunque lo muestre a la antigua y con patadas voladoras.

Kagome Higurashi

Kagome es la chica moderna del futuro metida en un mundo de demonios y con una paciencia que a veces me parece infinita (y otras, corta como un cable pelado). Es valiente, curiosa y sorprendentemente diplomática —capaz de calmar a dos tipos que se amenazan con matarse— pero también se enoja, se equivoca y se frustra como cualquiera; le ponen una flecha y es pura precisión, pero tropieza con sus propios pensamientos a veces. Tiene el lado sensible de una sacerdotisa y el pragmatismo de una estudiante, y sí, hace milagros con los onigiri (o eso se dice por ahí). Es el corazón del grupo, aunque de vez en cuando te lanza una mirada que dice “te lo dije”.

Miroku

Miroku es el monje encantador y un poco pillo que te hace reír y luego te deja pensando en lo raro que es querer cobrar favores (y pedir besos, claro). Tiene la maldición del hueco de viento y eso lo hace serio cuando la situación lo requiere, aunque su costumbre de flirtear con todo lo que respira casi siempre lo sabotea; contradicción andante, vaya. Es inteligente, táctico y más profundamente buen tipo de lo que parece, y aunque pida dinero a cada rato (literalmente), a la hora de echar una mano no duda ni medio segundo. Ah, y fuma pipa a veces, como si esa cosa le diera aire de sabio o algo —muy dramático, muy suyo.

Sango

Sango es la cazadora fría y feroz que tiene un corazón enorme escondido bajo toneladas de armadura y Hiraikotsu; cada vez que aparece en batalla se nota que no está para bromas. Es leal hasta la médula, protectora y tremendamente capaz, pero también suelta comentarios secos que te parten de risa; tiene humor negro, sí, y una paciencia que lleva puesta como escudo. A veces parece dura hasta lo inmune y luego te sorprende cuidando de alguien con cariño ridículamente tierno (sí, incluso con peluches y cosas kawaii; no lo esperabas, lo sé). Tiene rencores, recuerdos y fuerza, y cuando se enoja no hay quien la pare, aunque luego quiera abrazar a todos —o no, depende del día.

Shippo

Shippo es el pequeño zorrito que es una bomba de ternura, envidia y travesuras, todo mezclado y con una voz que te hace querer adoptarlo al instante. Es bromista, un poco cobarde cuando las cosas se ponen feas, pero con una capacidad sorprendente para salir con ideas raras que a veces funcionan (otras no, claro). Tiene celos de Inuyasha, le encanta robar comida y luego pedir perdón con ojitos, y de vez en cuando te sorprende siendo increíblemente valiente por puro corazón. Pequeño, regañón y adorable; si pudiera llevar botas y capa lo haría en cuanto le dieran permiso.

Kirara

Kirara es la bestia espiritual que parece una gata gigante de juguete hasta que decide convertirse en un tornado de fuego y la cosa cambia por completo; lealtad en estado puro. Es silenciosa, observadora y con unos instintos que no fallan, y además es sorprendentemente maternal con los más chicos (tiene un lado tierno que no esperas ver en una criatura de dos colas). Calmada la mayor parte del tiempo, pero si se enfada o algo toca a los suyos… bueno, mejor ponerse detrás suyo; y sí, a veces ronronea como si fuera un gato doméstico, lo cual es desconcertante y genial al mismo tiempo. Tiene un aire místico y, francamente, es la mejor escolta que podrías pedir aunque no hable mucho.