Sobre Alice in Borderland en pocas palabras:

Alice in Borderland es una serie de televisión de acción y ciencia ficción basada en el manga del mismo nombre. La historia sigue a un joven llamado Arisu y a sus amigos, que de repente se encuentran en un mundo paralelo donde tienen que jugar juegos mortales para sobrevivir. Cada juego tiene sus propias reglas y desafíos, y los jugadores tienen que usar su ingenio y habilidades para ganar. A medida que avanzan en el juego, descubren que hay más en juego que solo sus vidas. La serie es emocionante y llena de giros y sorpresas, y presenta temas profundos sobre la vida y la muerte, la amistad y la lealtad.

Conoce a los personajes de Alice in Borderland

Ryohei Arisu

Arisu es ese tipo que parece despistado pero tiene una mente de francotirador cuando se lo propone — siempre calculando, pero a veces se queda congelado mirando un paquete de galletas como si fuera la Nasa. Es curioso, empático y sorprendentemente resistente; lo ves dudar y luego decidir en un suspiro, lo que me mata porque uno piensa que va a fallar y ¡zas! acierta. Le encanta pensar en probabilidad y teorías (sí, casi como si hablara con su videojuego favorito), y aún así se pone sentimental por cosas pequeñas — una canción, una foto, lo que sea. A veces actúa como si el mundo fuera un rompecabezas que va armando a golpes y otras veces como si sólo quisiera dormir cinco minutos más; lo adoro por eso.

Yuzuha Usagi

Usagi es pura energía y cariño en modo superviviente; salta, corre, se ríe y luego te patea el trasero si hace falta — no necesariamente en ese orden. Tiene una valentía contagiosa y un instinto de compañera que te hace pensar “wow, qué haría yo sin ella”, aunque también puede ser obstinada hasta el punto de cabezota (sí, cabeza de conejo, literalmente). Es tierna pero feroz, le encantan las historias de escapadas y probablemente guarda secretos en su mochila que ni ella recuerda, ja. A veces es práctica y otras estalla en dramatismo adorable; contradicciones que funcionan.

Chishiya

Chishiya es el cerebro irritante en el buen sentido: frío, cortante y con esa sonrisa que sabes que planeó todo tres pasos antes. Es maniático de las estrategias y te habla como si cada persona fuera una pieza de ajedrez, lo cual da miedo pero también fascina; tiene un humor seco que te mata lento. Le importan las estadísticas y las consecuencias, pero de vez en cuando suelta una frase humana que te derrite — sí, tiene capas, no es sólo cálculo. Es misterioso, un poco antipático, pero con detalles raros (colecciona marcapáginas, o eso dice; quizá miente).

Daikichi Karube

Karube es el amigo grande que querrías en todas las peleas y en la cocina — protector, leal y con manos de gigante que sorprenden porque también sabe ser dulce. Se enoja fácil, sí, pero la ira es casi siempre por alguien a quien quiere; hay una ternura torpe en cómo intenta arreglarlo todo a puñetazos y abrazos. Le gusta contar historias exageradas, probablemente inventa anécdotas para hacerse el valiente, y es mejor cocinando de lo que admite (aunque queme el arroz de vez en cuando). Tiene un corazón enorme y una sonrisa que se te pega; y sí, dice que no llora pero llora con anuncios sentimentales, no lo sabías, ¿verdad?

Chota

Chota es el alma cómoda del grupo: tímido, con un gran sentido del humor (a veces nervioso), pero cuando lo necesitas se transforma en sorpresa valiente. Es adorable en su inseguridad, dibuja cosas en servilletas y guarda caramelos en todos los bolsillos — desastre organizado, básicamente. Puede ser cobarde a primera vista pero su lealtad lo lleva a hacer cosas increíbles que nadie esperaba; me fascina ese contraste. Habla bajito, se pierde en los nombres, y es el tipo que luego te conforta con una broma mala pero con intención, y eso cuenta mucho.

Aguni

Aguni es pura disciplina con músculos, la presencia que impone calma y miedo a la vez; serio, directo y terriblemente eficiente en lo peligroso. Tiene códigos, honra sus promesas, y tiene esa mirada que te dice “no me provoques” aunque también puede ser irónicamente tierno en momentos raros (como si tuviera un playlist de música clásica que nadie imagina). Le gusta mantener el orden, pero a veces hace cosas impulsivas que contradicen su fachada de samurái moderno — jura que no disfruta las películas románticas y luego llora en la escena final, no miento. Es leal hasta las últimas consecuencias y cuando decide confiar en alguien, lo hace con todo, como si fuera la última carta.