Sobre Cobra Kai en pocas palabras:

Cobra Kai es una serie de televisión estadounidense que se transmite en la plataforma de streaming Netflix. La serie es una continuación de la película de 1984 The Karate Kid, y sigue la historia de Johnny Lawrence, un exestudiante de karate que ahora es un hombre adulto tratando de encontrar su camino en la vida. Después de reabrir su dojo Cobra Kai, Johnny comienza a entrenar a un joven llamado Miguel, quien se convierte en su protegido. La serie también sigue la historia de Daniel LaRusso, el enemigo de Johnny en la película original, quien ahora es un exitoso hombre de negocios y también tiene un dojo de karate. La rivalidad entre Johnny y Daniel se reaviva cuando sus estudiantes se enfrentan en competencias de karate.

Conoce a los luchadores de Cobra Kai

Aisha

Aisha es fuego puro y no te deja respirar, o sea, súper directa y con una determinación que da miedo y admiración a la vez. Se planta en una pelea como quien entra a una entrevista de trabajo —segura, sin rodeos— pero también tiene un rollo protector con sus amigos que a veces parece sacado de telenovela (sí, lloró una vez, lo vi). No es solo músculo: tiene sentido del humor raro, de esos que sueltan palabras aleatorias y te hacen reír aunque no entiendas por qué. Ah, y colecciona zapatillas deportivas aunque dice que “no le importa la moda”, claro.

Xander

Xander es el amigo leal que quiere ser badass pero sigue teniendo un lado mega torpe y adorable; siempre intenta lucir duro y termina siendo el primero en preocuparse por todos. Tiene inseguridades a flor de piel, se deja llevar por el grupo y luego se arrepiente (pero aprende, lentamente). Es el que hace chistes malos en los peores momentos y, sorpresa, a veces tiene un talento oculto para dibujar cómics que nadie esperaba. Se autoproclama intimidante y de verdad lo intenta, aunque a veces tropieza con sus propias palabras.

Hawk

Hawk es transformación en persona, un ex-novato tímido que se convirtió en algo mitad guerra, mitad arte —esa cresta no es solo look, es declaración. Violento cuando hay que serlo, pero con una ternura inesperada con los que ama (y con animales, sí, le gustan las palomas o algo así, no lo juro). Tiene un orgullo enorme y un costado poeta que solo sale borracho o cuando está solo mirando la ciudad a las 3 a.m. Es impredecible: te salva la vida y al minuto siguiente parece que va a incendiar el dojo.

Tory

Tory es como un huracán con tacones (o con zapatillas; depende del día), feroz, desconfiada y con un pasado que le da filo y malas noches. Es superviviente: no pide permiso, toma lo que cree suyo y casi siempre tiene razón, aunque eso la haga antipática a propósito. Tiene momentos raros de ternura que aparecen cuando menos te lo esperas —puede cuidar de alguien y al minuto siguiente empujarle al abismo— y eso la hace fascinante. Ah, y colecciona pequeñas venganzas, como quien colecciona postales.

Robby

Robby es drama en estado puro: resentido, orgulloso, con lealtades cambiantes y un corazón que no admite ser débil (pero lo es, en el buen sentido). Vive en modo “te odio pero te cuido” con una habilidad insoportable para meterse en problemas; es hijo de Johnny y eso explica muchas cosas pero no todas. Tiene códigos propios, odia que le digan qué hacer y luego es el primero en proteger a los que quiere con uñas y dientes. Por cierto, parece que odia el pasado pero secretamente se pasa escribándolo en notas —o eso creo—.

Samantha

Samantha es la mezcla perfecta de cabeza fría y coraje, dulce pero con la mandíbula apretada cuando hace falta; la típica chica que te da una lección y luego te invita un batido. Es competitiva, inteligente y tiene ese sentido de justicia que la empuja a pelear por los demás (sí, también por Robby, aunque lo niegue). Le encantan las cosas pequeñas y cursis en secreto, tipo escribir listas o ver películas malas a medianoche, pero luego vuelve a patear traseros en el dojo. A veces parece demasiado racional y de pronto hace algo impulsivo que la deja sonrojada —me encanta eso—.

Miguel

Miguel es el héroe torcido que todos amamos: humilde, valiente y con una lealtad casi dolorosa; además, pelea como si cada golpe tuviera historia. Tiene un corazón enorme y esa mezcla de inseguridad y orgullo que lo hace humano de verdad, no perfecto, solo real. Romanticón con mala puntería a veces (sí, lo dije), protector hasta el extremo y sorprendentemente sensible para alguien que pega tan duro. También es de esos que guarda pequeños rituales —arreglar cosas, dibujar motores, algo así— que nadie espera.

John Kreese

Kreese es pura filosofía militar y crueldad envuelta en disciplina; el tío “sin piedad” en persona, y no, no es un cliché, es profesional en eso. Manipulador, carismático y con una historia que lo volvió así (trauma + escuela dura = manual de no compasión), sabe encontrar el punto débil de cualquiera y explotarlo. Tiene un código propio que parece inquebrantable —aunque a veces, si lo rascas, se ve que también tuvo momentos de duda, raro pero cierto—. A veces aparece como villano absoluto y otras como mentor oscuro que inspira respeto, o terror, dependiendo del día.

Johnny Lawrence

Johnny es desmontado y brillante al mismo tiempo: bocazas, nostálgico y con un lado paternal que intenta ocultar con chistes malos y cerveza barata. Es impulsivo, comete errores gigantes y luego trata de arreglarlos como puede, lo que lo hace sorprendentemente humano (y a veces adorable). Le encanta la vida simple: motos, sudaderas y peleas que lo devuelven a quien era antes, pero también tiene un sentido del honor que aparece cuando menos lo esperas. Es el tipo que te grita una barbaridad y al minuto siguiente te ayuda a levantarte; contradictorio y real.

Daniel LaRusso

Daniel es el defensor clásico del honor y del balance, con una lealtad a la tradición que a veces roza lo tercamente romántico (sí, habla con los árboles o casi). Empresario, padre y sensei, trata de enseñar valores pero también se equivoca muchísimo en el camino, lo cual lo hace más simpático que infalible. Tiene un lado melancólico, recuerdos de Miyagi que lo guían y a veces lo atormentan, y una disposición a pelear por lo que cree justo aunque sea políticamente incorrecto. Curioso: se queja de la modernidad pero secretamente la usa cuando le conviene, tipo teléfono último modelo o memes.