Sobre The Shannara Chronicles en pocas palabras:

The Shannara Chronicles es una serie de televisión de fantasía basada en la serie de libros de Terry Brooks. La historia sigue a un grupo de jóvenes protagonistas, incluyendo a Wil, Eretria y Amberle, que se embarcan en una misión para detener a un demonio que amenaza con destruir el mundo. La serie está llena de criaturas mágicas, batallas épicas y un romance complicado. Los personajes deben enfrentar una serie de desafíos mientras luchan por salvar su mundo de la destrucción. La serie es visualmente impresionante y está llena de acción y aventura.

Conoce a los personajes de Las Crónicas de Shannara

Wil Ohmsford

Wil es ese héroe a regañadientes que no puedes dejar de amar; mitad humano, mitad elfo y completamente torpe cuando se trata de fingir confianza. Lleva las elfas (o elfs… nunca sé) como si fueran una carga y un regalo a la vez, y cada vez que decide pelear sientes mariposas, aunque luego vuelva a sonrojarse y se ponga a tararear una canción tonta. A veces es increíblemente valiente y otras veces se esconde detrás de un árbol —sí, en serio, lo hace—; tiene un humor seco que aparece en los peores momentos. Ah, y juraría que colecciona piedras bonitas (no preguntes por qué) y que cocina fatal pero lo intenta con todo el amor.

Amberle Elessedil

Amberle es una princesa elfa que se transforma de niña curiosa a elegida trágica y fuerte, y tú la notas en la primera frase porque tiene esa calma clavada en el pecho. Es increíblemente leal, tiene un sentido del deber que te aplasta el corazón pero a la vez sabe romper reglas (en silencio, no es alguna rebelde ruidosa). Se conecta con cosas antiguas y vivas (la Ellcrys, duh) y a veces parece que habla con los árboles —y puede que sí, o igual es solo su imaginación—. También tiene manías raras como esconder galletas en el bolsillo y olvidarse de comer cuando está concentrada, lo cual es adorably impráctico.

Eretria

Eretria entra con botas, cuchillos y cien historias a la vez, mitad ladrona, mitad guerrera, con el encanto de quien sabe usar una sonrisa para sobrevivir. Es pragmática, directa y terriblemente atractiva en la forma más humana posible: cambia de bando si hace falta pero tiene un código propio (aunque nadie lo entienda al principio). A veces parece fría y otras se deshace en segundos por algo tonto, como un recuerdo o un collar brillante que le recuerda a su pasado —sí, colecciona cosas bonitas y a veces las da por impulso—. Y no te fíes si la subestimas: pelea feroz y, por cierto, huele increíble (no sé por qué lo noté, es raro).

Allanon

Allanon es el druida enigmático que aparece cuando menos lo esperas y te deja con más preguntas que respuestas, tipo sabio gruñón con gatillo fácil para la profecía. Tiene esa presencia de “sé cosas que tú ni imaginas” y además hace comentarios secos que te parten y te enseñan al mismo tiempo. Es todo misterio y secretos antiguos, pero cada tanto suelta una sonrisa medio cruel y hasta come a deshoras (estoy casi seguro de que tiene un cuenco favorito). Puede ser implacable con quien se interpone, pero también hay una ternura escondida que sale cuando menos lo esperas —es contradictorio y por eso lo adoro.

Ander Elessedil

Ander es el rey que intenta ser humano antes que todo lo demás; un líder con dudas, que escucha más de lo que habla y a veces se mete en problemas por ser demasiado sensible. Tiene un sentido del deber enorme y no duda en ponerse al frente, aunque a veces tropiece con la corona (literal o figurativamente). Es afable, buen padre de pueblo y un poco llorón a la hora de discursos—lo digo con cariño—; también le encanta tallar madera en ratos libres, lo cual es sorprendente pero cierto. En resumen: sólido, con corazón noble, a ratos torpe y a ratos sorprendentemente sagaz.

Bandon

Bandon es el villano que entra suave y se te pega al alma; sofisticado, peligroso y con una maldad que no siempre entiende uno al principio (como una fina capa de veneno). Tiene encanto, palabras bonitas y un plan retorcido bajo la manga; a veces parece poético, casi romántico, y luego hace algo horrible y te quedas sin aliento. Hay momentos en que parece genuinamente dolido y otras en que solo actúa por ambición—esa ambivalencia lo hace fascinante y aterrador a la vez. También me lo imagino coleccionando botones o escribiendo versos oscuros en un diario (sí, una manía rara que no pega, pero ahí está).