Sobre Ace of Diamond en pocas palabras:

Ace of Diamond es un anime de deportes que sigue la historia de Eijun Sawamura, un joven lanzador de béisbol que sueña con llegar a la Liga Mayor de Japón. Después de ser descubierto por un cazatalentos, Eijun se une al equipo de béisbol de la escuela secundaria Seidou, donde se encuentra con un grupo de jugadores talentosos y apasionados por el deporte. Juntos, trabajan duro para mejorar sus habilidades y enfrentar a otros equipos en el camino hacia el campeonato nacional. La serie destaca la importancia del trabajo en equipo, la determinación y el espíritu deportivo.

Conoce a los personajes de As de Diamantes

Yuuki Tetsuya

¡Yuuki es el alma del equipo, en serio, ese tipo tiene un motor que no se apaga! Capitán nato, trabajador hasta el hueso, siempre con una palabra justa y una mirada que hace que todos se pongan las pilas; pero ojo, también se le ve bostezar en los entrenos y luego aparece con la mejor jugada del día, qué raro. Tiene ese aire de “papá estricto” pero luego te sorprende cantando en la ducha del vestuario (o eso juran algunos). Le importa un montón la disciplina, aunque a veces es el primero en improvisar cuando la situación lo pide.

Kominato Haruichi

Kominato es la definición de “frío pero adorable”, el catcher elegante que lee al rival como si fuera un libro mal doblado. Callado, cerebral, con una sonrisa que aparece justo cuando menos te lo esperas; la gente dice que tiene cara de modelo y no sé si es verdad pero igual se lo cree. Es preciso en cada señal y, sin embargo, a veces llega tarde a las reuniones de equipo porque se quedó dibujando o viendo un manga, lo juro, contradicciones everywhere. Tiene paciencia infinita para los lanzadores y cero para las tonterías, lo cual es noble pero también muy divertido cuando se enfada.

Furuya Satoru

Furuya es puro brillo: lanzador estrella, vanidoso en el mejor sentido y con una confianza que te da escalofríos (y a veces risa). Siempre impecable, sonrisa perfecta, y ese aro de talento que hace que todo el mundo lo note; sin embargo, también es un poco inseguro por dentro, como si necesitara demostrarlo todo el tiempo. Le encanta el drama, el spotlight y casi cada declaración suya parece un tráiler de película; pero ojo, es trabajador de verdad y no solo apariencia. Tiene manías raras, tipo hablar consigo mismo frente al espejo antes de salir a lanzar, lo cual es adorable y perturbador a la vez.

Kuramochi Youichi

Kuramochi es el cerebro del puesto de catcher, análisis frío, tácticas al detalle y esa manera puntillosa de ajustar cada cosa a su sitio. Es el tipo que anota mil estadísticas hasta en la lista del supermercado y que se toma el juego como un tablero de ajedrez; igualmente tiene un humor seco que te atrapa y te hace reír sin querer. A veces parece impasible, pero cuando la cosa se pone intensa sale su lado protector y casi paternal con los pitchers. Y sí, rumorcito: colecciona bolígrafos y a veces los cambia por premios invisibles, no sé por qué lo cuento.

Narumiya Mei

Narumiya es impredecible y carismático, con una sonrisa enorme y un lanzamiento que puede dejarte sin respiración; tipo rockstar del monte. Tiene un flow raro, casi teatral, y a la vez un fondo de misterio, como si siempre guardara un as bajo la manga; cuando está contento canta tonadas raras, otras veces mira fijo como si resolviera ecuaciones. Es el encanto y la potencia en uno: parece ligero y de repente te tira un cambio que no esperabas. Parece despreocupado pero entrena como un demonio en secreto, o eso dicen, o lo inventé ahora.

Sanada Shunpei

Sanada es serenidad pura, el pitcher que parece hecho de hielo pero con una precisión que asusta; tranquilo, concentrado, casi zen. No necesita gritar para imponer respeto, su presencia lo hace; sin embargo tiene un chip competitivo enorme y cuando entra en modo “serio” cambia el juego. A veces parece distante y otras veces aparece con chistes malísimos que nadie pidió, lo cual lo humaniza mucho. Es estable, confiable y tiene esa rara habilidad de hacer que todo se vea sencillo aunque no lo sea.

Takigawa Chris Yuu

Chris es flamboyante, internacional y un poco enigmático, como si hubiera salido de una novela de viajes: habla, sonríe, y la bola obedece. Tiene estilo para todo —el peinado, la entrada, hasta la forma de atarse los cordones— y al mismo tiempo puede ser sorprendentemente humilde en el vestuario. Le gusta romper esquemas con lanzamientos poco ortodoxos y frases crípticas, y sí, tiene un gato imaginario llamado “Señor Sorpresa” o al menos eso dijo una vez. A veces parece distraído en clase, otras veces da la lección más clara del mundo; contradictorio y encantador.

Todoroki Raichi

Todoroki es pura fuerza bruta con un toque de locura controlada; su bola viene con etiqueta de “peligro” y una sonrisa desafiante. Es explosivo, temperamental y absolutamente entregado a la intensidad del juego; también tiene momentos de calma rara —como si respirara profundo antes de desatar el huracán— y eso lo hace fascinante. Le encanta competir y te reta con la mirada, pero es sorprendentemente leal con los que conoce bien. Y sí, a veces grita cosas aleatorias en el montículo y a veces tararea una canción infantil, no tiene sentido pero funciona.

Miyuki Kazuya

Miyuki es el cerebro y el corazón del equipo: catcher estratégico, líder natural y obsesionado con la perfección en cada jugada. Planea, anticipa, organiza y aun así tiene un lado juguetón que aparece cuando menos lo esperas —pequeñas bromas, esconder snacks en el locker, esas cosas. Es meticuloso hasta con los nervios del equipo, pero cuando la presión sube se transforma en una roca que todos siguen sin dudar. A veces parece demasiado serio, otras veces ríe como un niño; esa mezcla lo hace adorable y aterrador a la vez.

Sawamura Eijun

Eijun es puro fuego, energía sin freno, el protagonista que empuja todo con gritos de “¡YOSH!” y una pasión que pega. Su control es caótico pero efectivo, improvisa, confía en el instinto y siempre busca superarse; igual es terriblemente ingenuo a veces, casi entrañable por eso. Tiene esa capacidad de encender al equipo con una sola mirada o una declaración dramática, y sí, su peinado tiene vida propia. Es un torbellino de corazón gigante: pierde, aprende, se levanta y repite hasta que todo cuadra (o explota).