Sobre Kimetsu No Yaiba en pocas palabras:

Kimetsu No Yaiba es un anime y serie de televisión japonesa que sigue la historia de Tanjirou Kamado, un joven que se convierte en cazador de demonios después de que su familia es asesinada por uno de ellos. Con la ayuda de sus amigos y compañeros cazadores, Tanjirou busca venganza y protege a la humanidad de los demonios que acechan en la noche. La serie es conocida por su animación impresionante y su historia emocionante y conmovedora que ha cautivado a audiencias en todo el mundo.

Conoce a los personajes de Kimetsu no Yaiba

Tanjiro Kamado

Tanjiro Kamado es ese protagonista que te da ganas de protegerlo y abrazarlo al mismo tiempo. Tiene un olfato legendario, una bondad infinita y una terquedad tan dulce que a veces parece que resolverá todo con una sonrisa (y unas lágrimas, porque llora mucho, sí). Es increíblemente disciplinado con la espada y al mismo tiempo torpe en la cocina —literalmente quema el arroz pero jura que quedó bien—. Lucha por la familia, por el deber y por algo parecido a la esperanza, y aún así tiene tiempo para notar los pequeños detalles que otros pasan por alto.

Nezuko Kamado

Nezuko Kamado es una mezcla de ternura y peligro —callada, protectora y con la capacidad de convertir una sonrisa en una patada que te deja sin aliento. Aunque es demonio, rehúsa alimentarse de humanos (sí, lo sé, complicado) y eso la convierte en un personaje con una fuerza moral extraña y preciosa. Duermo en una caja y a la vez se pasea por ciudades destruyendo demonios, lo cual suena contradictorio pero, eh, funciona. Su mirada lo dice todo: calma, ferocidad contenida y, por si acaso, un gusto secreto por el chocolate (o al menos eso creo, porque la vi masticando algo una vez, no me lo invento).

Zenitsu Agatsuma

Zenitsu Agatsuma es el drama hecho persona: siempre aterrorizado, siempre quejándose, pero cuando se apagan las luces… bum, te sorprende. Es cobarde en pleno día y valiente en sueños (literalmente duerme y ahí es un prodigio), lo que lo hace impredecible y deliciosamente frustrante. Tiene un corazón enorme aunque lo esconda detrás de grititos y ataques de pánico constantes; también es un romanticón empedernido, con tendencia a vomitar poemas malos. Su pelo amarillo parece tener vida propia y creo que alguna vez leí que suele cantar en la ducha, aunque también jura que no sabe cantar, así que quién sabe.

Inosuke Hashibira

Inosuke Hashibira es caos personificado: salvaje, competitivo y con una confianza que a veces raya en lo cómico. Va con una máscara de jabalí porque, obviamente, y tiene unos berrinches que parecen rituales, pero también es sorprendentemente perceptivo con las personas… cuando quiere. Dice que fue criado por jabalíes (y puede que sea cierto o no, depende de la historia que te cuente ese día) y tiene una extraña debilidad por las flores —sí, las aplasta y luego las huele, no pregunta—. Es orgulloso y agresivo en el combate, se lanza sin pensar y luego se arrepiente en voz alta, lo cual es adorablemente humano.

Kanao Tsuyuri

Kanao Tsuyuri es silenciosa como un suspiro y precisa como un metrónomo; cada movimiento suyo da la impresión de estar calculado desde hacía horas. Tiene esa mirada un poco perdida que engaña: parece distante pero cuando decide actuar, lo hace con una claridad feroz. Curiosa mezcla de disciplina y timidez exagerada —a veces tira una moneda para decidir y otras veces planea una emboscada, malo si la subestimas—. En el fondo tiene pequeños caprichos raros, como coleccionar hojas bonitas o comer dulces en secreto, que la humanizan y la hacen perfectamente adorable.

Genya Shinazugawa

Genya Shinazugawa es rudo, cortante y con un sarcasmo que te atraviesa, pero debajo de eso hay una lealtad feroz que no admite discusión. Tiene un pasado duro y un temperamento explosivo, además de un talento extraño por aparecer de la nada y salvar el día cuando menos lo esperas. Se queja mucho, habla poco de sus sentimientos y, sin embargo, guarda gestos pequeños y torpes que delatan que le importas, aunque lo niegue con fuerza. Es contradictorio, gruñón y, sí, probablemente coleccione peines o algo raro así en el bolsillo —no lo preguntes, simplemente pasa—.